martes, 26 de julio de 2022

Un poco de libertad

Ya está muerto.
No hay más. 
No hay más miedo ni presentimientos, desde hoy te liberás del miedo constante de cruzarlo en la calle y no saber cómo reaccionar, no sabés si el asco, el miedo y la ira acumulada todos estos años al fin rompieron el cascarón y vas a romper todo lo que quedaba. 
Hoy te liberás de una vez por todas de esa sensación de injusticia por saber que la vida continuaba como si nada y a vos te costó volver a sonreír de verdad, a poder hablar con la gente sin la mirada de juicio y de muerte. 
Hoy te reís porque la última vez que pasaste por la esquina miraste para todos lados para esconderte con razón, pero no, no hacía falta, al fin te reíste porque sabés que no hay más de qué temer. 
Y temías porque sabés que dejaste que hiciera nido en tu mente, que rompiera tu valor, que te maltratara, que te dijera que todas tus acciones eran malas intenciones, que eras oscura y buscabas lastimar, pero sabés que era su oscuridad la que abarcaba todo lo que tocaba y por donde se movía.
Hoy te liberás porque hoy sabés que estuviste dispuesta a matar, porque llegaste al límite de reconocer las consecuencias y no te importó; porque esa noche entre gritos, amenazas, golpes al aire y patadas a los muebles calculaste casi con exactitud la fuerza que necesitabas para empujarlo sobre la mesa de vidrio, romperla, clavarle los pedazos hasta matarlo y vos misma llamar a la policía porque el hartazgo era tal que matarlo no sonaba tan mal; porque calculaste casi con exactitud la fuerza que necesitabas para soltarte de sus manos y tirarlo por las escaleras, y no lo hiciste porque supo que ya no tenías miedo a hacerlo y te soltó, supo que eras capaz porque te estabas perdiendo vos, ya no querías perder tanto. Porque la última charla amable un escalofríos recorrió tu cuerpo frente a unos zapatitos de charol y supiste al fin que ese era tu pie para retirarte de la escena, escena que daba pánico, porque por más tiempo se sentó frente a tu casa esperando que salieras o que llegaras, que tocaba el timbre y lo veías por la cámara, saliste de la escena avisando a los porteros y amistades que quedaron tambaleando en esa tormenta que necesitabas refugio y que él ya no formaba parte del cuento. 
Hoy te liberás porque el cuento no se había acabado. Los ataques de pánico, los encierros, los objetos cargados de espíritus, el miedo a verlo de frente, o no verlo y que estuviera ahí, el deseo de morir, el deseo de desaparecer. 
Hoy sos libre, porque bromeaste mil veces sobre esto para sacarle valor, porque le hablaste a muchas personas de lo complicado que es convivir con el temor constante y que pasa, muy lentamente, con heridos y pérdidas pero pasa. 
Hoy sabés que está muerto. Que no lo vas a ver más, hoy al fin es sólo una anécdota muy mala. 
Hoy , mi querida, te abrazo a vos, la que tiene aún miedo a hablar, a vestirse, a maquillarse, a bailar... la que tiene miedo a que la vean... te abrazo porque te mereces ser libre. Te mereces reírte a carcajadas y verte maravillosa, porque una parte de vos sabe que es verdad, la otra parte que te hace dudar la vamos a romper y tirar para siempre. 
Hoy al fin sos libre, y sabés muy bien que es así, porque esa sensación de injusticia se hizo humo, ya no hay oscuridad para vos ni para nadie, porque hoy para vos la vida continúa un poco más liviana, por el tiempo que quede. 
 

A la memoria de todo el tiempo que perdí-
LOCA?? DOCTOR!!!

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