viernes, 12 de agosto de 2022

La Sara

¡No, no, no señor Juez! No puede estar diciéndome semejante barbaridad. Yo entiendo la pandemia, los chinos, el coso ese del virus y que se yo, pero no me puede dejar presa por querer volver a mi casa. Hace 90 días estoy dando vueltas por medio país, con apenas unos pesos para poder volver a mi casa con mi mamá ¿y ahora me quiere meter presa a mí? Si los que tienen que estar presos están cómodos en sus casa, en sus sillones fumando sus cigarrillos, esos que estafan y se aprovechan de pobres diablas como yo están chochos y sin preocuparse.

Ya sé que no me quiere escuchar, yo tampoco quisiera escuchar las verdades de una mugrienta, como le escuché decir hace un ratito no más, tampoco quiero estar acá, quiero estar en mi casa con mi mamá enferma.

Hace noventa días estoy intentando estar a salvo y no puedo, desde que llegué a la ciudad de Córdoba a fines de febrero parece que todos los santos me han dado la espalda. Si tenía un trabajo, uno de esos horribles pero que me dejaba estar bajo techo unas horas con el aire acondicionado de otro encendido, pero no podía comer ni las sobras de los niños que cuidaba, ni agua en la heladera me dejaban, y así también me golpeaban como diversión esos mocosos malcriados, pero era trabajo, vió, había que portarse bien y callar las broncas, eran un par de horas fresca en casa ajena. Pero “No vengas más” me dijo la madre de los mocosos. A ella también le “afectó” la cuarentena. Con el bolsillo lleno le afectó. A mí no. Ni un pedazo de criollo viejo puede llevarme de la casa. Nada. Ni mi libro, uno que leía mientras los mocosos miraban tele y no se peleaban ni me tiraban juguetes o zapatillas a la cabeza. El padre me dijo que no tenía plata para pagarme, que si me necesitaba me llamaba. Sí, claro…

Cuando llegué a mi casa mi novio me dijo de todo,  revoleó algunas cosas mías y me echó porque ya no tenía trabajo. Me sacó con una mochila y a mi suerte.  Si no podía pagar mi parte del alquiler no podía seguir con él, la plata puede más que el amor, no?

Después quise juntar unos pesos para poder tomar los últimos colectivos que había para el sur, pero no llegué, no tenía quién me fiara un pasaje, eso de las tarjetas de crédito es para otra clase de gente por lo que puedo ver. Le vendí mis zapatos a un travesti que me crucé en la plaza antes de notar a la policía que venía con las luces del patrullero apagadas, casi nos agarran. Igual tampoco podía ir a comer a la plaza como iba antes porque ni a los buenos los dejan salir. El bicho chino ese se está haciendo el vivo. Parecía que no llegaba más pero parece que en avión se viaja rápido desde el otro lado del mundo. Para traer un bicho que nos mate a todos también hay que tener plata, por eso estoy acá, yo por caer en cana y los que traen muerte como pancho por su casa. (Cómo no voy a estar enojada).

Una mujer me llamó para que limpiara su casa, un departamento gigante. Ahí sí que la policía me dejó pasar por el puente, no dijeron nada, me vieron pobre diabla con las rodillas mojadas de fregar pisos y baños y pasé. Ahí si dieron agua, y el niño de la casa me charló todo. Ese día me pagaron bien, no me llevé nada de la casa, aunque de los pantalones colgados en el balcón caían billetes olvidados.

Tuve que esperar, aguantar el hambre y el frío, otra vez el calor. Así estuvo de loca Córdoba este mayo, dicen que fue el más cálido no sé en cuantos años. Lo escuché al pelado de la tele decir eso, capaz usté lo leyó mejor.

Señor, yo me quiero ir a mi casa no más, me quiero encerrar con mi mamá y con mi perra, darme un baño y tomar un té. No llevo ningún bicho, ni cosa de otras personas, quiero volver. El virus tiene patas largas pero quiero ser más rápida.

Tengo que llegar a tiempo. No puedo estar guardada. No puedo. Mi madre está enferma y sólo la tengo a ella. No tengo un mango, no tengo nada, tengo que volver a mi casa. En el sur no hace tanto frío como en la calle, no voy a sacarle nada a nadie.

En los últimos días barrí la peluquería de una amiga, aprendí a depilar, depilé con cera a un montón, con el barbijo húmedo sin poder respirar, pero es mejor que el respirador dijo un negro en la calle, no es joda ni nada meter cera caliente a otra, parece que la vas a quemar y recibir otro bollo como mínimo. Así junté lo último que me faltaba para aguantar el viaje, pero me ve acá. Tengo hambre, estoy sucia, cansada y encima me quieren meter en cana, no puedo estar en cana.

Me faltan 400 kilómetros nada más, es un ratito, ya hice todo. Que me tomen la fiebre, que me metan el coso en la nariz, no me importa, quiero que usté me deje ir a mi casa. Hay tanto delincuente, tanto violento, tanto estafador dando vueltas, cada inútil arruinando todo, que yo sólo quiero estar con mi mamá.

El señor que ve ahí afuera dice que es mi marido. Lo conocí hace unos días porque me enteré que venía para este lado, me dijo que tenía permiso, que el auto podía pasar y acá me ve. Hace desde ayer que no me deja tomar agua, ni un mate, ni comer un criollo, porque el auto se ensucia dice él. Me tengo que hacer pasar como la esposa del tipo este, pero me da un asco, tengo miedo de quedar tirada en el medio del desierto, y me las tengo que bancar, dicen. Quién me manda, pueden decir. ¡¿quién me manda?! La necesidad señor juez, quiero irme a mi casa.


[El Lazarillo de Tormes versionado en Argentina durante el distanciamiento preventivo, social y obligatorio por el virus del covid 19. 
Trabajo práctico de la materia Literatura Española] 

martes, 26 de julio de 2022

Un poco de libertad

Ya está muerto.
No hay más. 
No hay más miedo ni presentimientos, desde hoy te liberás del miedo constante de cruzarlo en la calle y no saber cómo reaccionar, no sabés si el asco, el miedo y la ira acumulada todos estos años al fin rompieron el cascarón y vas a romper todo lo que quedaba. 
Hoy te liberás de una vez por todas de esa sensación de injusticia por saber que la vida continuaba como si nada y a vos te costó volver a sonreír de verdad, a poder hablar con la gente sin la mirada de juicio y de muerte. 
Hoy te reís porque la última vez que pasaste por la esquina miraste para todos lados para esconderte con razón, pero no, no hacía falta, al fin te reíste porque sabés que no hay más de qué temer. 
Y temías porque sabés que dejaste que hiciera nido en tu mente, que rompiera tu valor, que te maltratara, que te dijera que todas tus acciones eran malas intenciones, que eras oscura y buscabas lastimar, pero sabés que era su oscuridad la que abarcaba todo lo que tocaba y por donde se movía.
Hoy te liberás porque hoy sabés que estuviste dispuesta a matar, porque llegaste al límite de reconocer las consecuencias y no te importó; porque esa noche entre gritos, amenazas, golpes al aire y patadas a los muebles calculaste casi con exactitud la fuerza que necesitabas para empujarlo sobre la mesa de vidrio, romperla, clavarle los pedazos hasta matarlo y vos misma llamar a la policía porque el hartazgo era tal que matarlo no sonaba tan mal; porque calculaste casi con exactitud la fuerza que necesitabas para soltarte de sus manos y tirarlo por las escaleras, y no lo hiciste porque supo que ya no tenías miedo a hacerlo y te soltó, supo que eras capaz porque te estabas perdiendo vos, ya no querías perder tanto. Porque la última charla amable un escalofríos recorrió tu cuerpo frente a unos zapatitos de charol y supiste al fin que ese era tu pie para retirarte de la escena, escena que daba pánico, porque por más tiempo se sentó frente a tu casa esperando que salieras o que llegaras, que tocaba el timbre y lo veías por la cámara, saliste de la escena avisando a los porteros y amistades que quedaron tambaleando en esa tormenta que necesitabas refugio y que él ya no formaba parte del cuento. 
Hoy te liberás porque el cuento no se había acabado. Los ataques de pánico, los encierros, los objetos cargados de espíritus, el miedo a verlo de frente, o no verlo y que estuviera ahí, el deseo de morir, el deseo de desaparecer. 
Hoy sos libre, porque bromeaste mil veces sobre esto para sacarle valor, porque le hablaste a muchas personas de lo complicado que es convivir con el temor constante y que pasa, muy lentamente, con heridos y pérdidas pero pasa. 
Hoy sabés que está muerto. Que no lo vas a ver más, hoy al fin es sólo una anécdota muy mala. 
Hoy , mi querida, te abrazo a vos, la que tiene aún miedo a hablar, a vestirse, a maquillarse, a bailar... la que tiene miedo a que la vean... te abrazo porque te mereces ser libre. Te mereces reírte a carcajadas y verte maravillosa, porque una parte de vos sabe que es verdad, la otra parte que te hace dudar la vamos a romper y tirar para siempre. 
Hoy al fin sos libre, y sabés muy bien que es así, porque esa sensación de injusticia se hizo humo, ya no hay oscuridad para vos ni para nadie, porque hoy para vos la vida continúa un poco más liviana, por el tiempo que quede. 
 

A la memoria de todo el tiempo que perdí-
LOCA?? DOCTOR!!!

viernes, 15 de julio de 2022


No sé cuánto tiempo queda, y hay cosas que ya hago por el placer de saber que puede ser lo último. Comparto mi mesa con comida rica, los pies en el pasto, en la tierra, donde sea que pueda sentir qué está debajo... Largas duchas, buena música... hablar estupideces con quien esté del otro lado, a veces (la mayoría de las veces) digo bestialidades, uso el sarcasmo y escenarios absurdos, capaz ese sea un poco mi esencia... no sé hasta donde podré seguir haciéndolo, pero estoy muy segura que el último día de mi vida va a ser así, absurdamente placentero. No, no sé si me animaré a decirle a esa persona que me gustó siempre y que me fue cómodo quedarme callada viendo cómo seguía la vida, que quedo como todo de que imaginé, las fantasías románticas empalagosas que jamás pueden saber que puedo crear jaja así de absurdo es todo- Bueno, lo digo acá porque siento que me expongo demasiado en lo público jajajaj-
Me acuerdo de cosas como, usar la ropa que era para "una ocasión especia", las botas que no pude estrenar todavía, maquillarme como nunca me animé, agarrar el auto e ir sin amarretear el combustible, reír fuerte sin miedo a que los vecinos se enojen. 
No sé cuánto tiempo queda, hoy no me interesa. Me cansé de especular. Perdón y gracias. 
Intro

No tengo la pregunta disparadora pero tengo una ensalada de respuestas e ideas para cada parte de ese conflicto. Creo que cuando me preguntó si era cuestión de autoestima me cayó un scania con acoplado en la cabeza, encendió y me llenó la cara de humo, por si hacía falta arruinarlo un poco más... Autoestima? cómo se come? no creo que sea sólo mirarse al espejo. Creo que se define en su ausencia. En el pánico que me envuelve cuando algo que imaginé como imposible y fantasioso se vuelve un poquito real. Las fantasías pueblan cada deseo, la realidad, lo tangible es tan poco y tan pobre que vivir en ese mundo se torna cómodo, placentero... pero fantasía. No existe. No va a pasar. y si pasa? Desencaja en cualquier estructura.
LOCA?? DOCTOR!!!