Toda su comida tenía el mismo sabor: exquisita.
Y miraba con amor a todas las cosas, y florecían porque su presencia por si misma daba calor y luz.
Todo en su camino se volvía perfecto, alegre y lograba que me sintiera bella, interesante, inteligente.
Habrá sido, quizás, por todas esas preguntas extrañas que formulaba y yo sí que podía responderlas de una manera que maravillaba.
Desde ese rincón, con gesto de asombro y aprobación, daba todo lo que necesitaba para sentirme completa.
Un poco de ella bastaba para que todo volviera a empezar, la luz, el calor, los colores, los rostros se volvía aún más agradables, las palabras transformaban, como la magia, todo en su trayecto.
Tenía vida, era una compañera amante y afectuosa.
Cuánto puede uno llegar a extrañar a este ser.
De un momento al otro solía irse, desaparecía como si nunca hubiera estado conmigo.
Me dejaba hablando sola, con tanto que decirle, con tanto que decirles a los demás, desde ese pedestal que me dibujaba y me hacía escalar, amándome.
LOCA?? DOCTOR!!!
